domingo, 17 de mayo de 2009

FIESTA MAYOR..




Por la fiesta mayor de Villarcayo, Nuestra Señora de Agosto, además de otros festejos, se celebran corridas de toros en improvisada plaza de madera perfectamente desmontable para poder ser retirada tan pronto terminan aquellos. Yo no he sido nunca cliente de la fiesta de los toros; quiero decir que no se ha podido contar conmigo para el sostenimiento económico de la misma, pero sí entusiasta, como lo eran todos los chiquillos de Villarcayo y los pueblos aledaños. Hoy (remítase el lector a la fecha de apertura de estos apuntes), casi me he pasado al campo de los detractores; siento mucho cariño por los animales y me dan mucha pena las bestias maltratadas; eso, no obstante, admiro a los toreros en general y a alguno en particular por su arte y valentía. Los chicos nos tomábamos verdaderas rabietas si no nos dejaban ir a los toros, y mis abuelos eran tajantes; no se me había perdido nada en Villarcayo y por lo tanto en casa y a callar.
Blas y Antonio, los hijos del Sr. Sebastián, el Alpargatero tenían también el mismo problema pero les prometió dejarles ir si conseguían que el Sr. Santos dejase ir a su nieto Manolo; aún a regañadientes, consintió al fin y los tres junto con Emeterio del Sr. Dalmacio y el Dioni, sobrino de D. Diógenes, el cura, emprendimos carrera allá después de comer, el camino de Villarcayo brincando y saltando, considerándonos los más felices del mundo; si algún otro viandante se cruzaba en nuestro camino y nos preguntaba a donde íbamos, la contestación era, ¡ a los toros ¡ y nos extrañaba que algún otro mortal fuera en dirección contraria. Nuestros progenitores ya hacían bastante con permitirnos marchar por lo que no se consideraban obligados a nada más, así que a ver como nos las arreglábamos para ver los toros sin entrada que tampoco hubiéramos podido pagar; confiábamos en encontrar alguna rendija entre los tablones de suficiente anchura para ver, por lo menos simultáneamente los dos cuernos del toro aunque esto se tuviera que conseguir con un solo ojo. Las rendijas que pudiéramos llamar menos malas estaban solicitadísimas. A pesar de todo nos hicimos con una bastante buena y conseguimos ver la corrida por turnos y siempre en parcelas. Esta manera tan peculiar de presenciar una corrida en precario no impidió que narráramos a cuantos quisieran escucharnos, las incidencias de la misma con pelos y señales como si hubiéramos ocupado asientos de sombra al lado del palco presidencial.
La tarde estaba apacible y el cielo despejado, así que en casa no temían por nosotros en cuanto a las inclemencias del tiempo se refiere, aunque hubieran albergado otros temores. Terminada la corrida nos dispusimos también a disfrutar del barullo que sabíamos se tenía que producir a la salida de los de dentro en su encuentro con los de fuera. Hoy los espectáculos de masas lo mismo tienen lugar de día que de noche; en el caso de los partidos de fútbol, por ejemplo, porque se dispone de iluminación suficiente por muy negra que sea la noche, pero entonces las corridas de toros eran incuestionablemente después de comer y terminaban mucho antes de que anocheciera. Nos quedaba tiempo para darnos una vuelta por la feria de festejos antes de emprender el regreso y mientras esto hacíamos se cubrió el cielo de negros nubarrones y en menos de cinco minutos empezó a descargar un aguacero impresionante.
Se produjo un gran alboroto entre los feriantes, sus tenderetes, los visitantes y los que aún estaban saliendo de los toros; unos corrían hacia el norte, otros hacia el sur, pero los más en un minuto habían encontrado cobijo y estaban a buen recaudo contemplando el espectáculo tímidamente asomados a las ventanas, las puertas entreabiertas o bajo un buen cobertizo.
Nosotros encontramos refugio en los soportales del Ayuntamiento y tan pronto como escampó emprendimos, a buen paso, el camino de regreso a casa con la seguridad de llegar a pleno día; acabábamos de pasar por Horna cuando nuevamente, y esta vez sin previo aviso descargó otro aguacero no menos impresionante que el anterior con el agravante para nosotros de que ahora no teníamos nada que poner entre la lluvia y nuestras cabezas y así llegamos a casa completamente empapados.

Bloggero Invitado: Avi

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