domingo, 25 de enero de 2009

LA GRAN TRAVESURA


Prestad atención y asombraros porque me dispongo a narraros una de mis más sonadas travesuras que pudo terminar en tragedia a poco que la Divina Providencia nos hubiera abandonado.
Con David, el hijo de Caridad y nieto de doña Amalia, propietaria de la fonda “La Gloria del Valle” y Nemesio, el de Quintana, nos escapamos (en casa no nos hubieran dejado) a la “Fuente Marfil” con la malhadada intención de subir, como fuera, a todo lo alto del gran peñasco que forman el impresionante roquedal del cañón de “Los Hocinos”, donde habíamos visto volar a los buitres y presumíamos habría más de un nido en las cuevas que formaba los huecos de las peñas. Sin entrenamiento ni preparación alguna y sin instrumentos de ninguna clase emprendimos la ascensión cuajada de dificultades. Los buitres, entonces, no era especie protegida y, por el contrario, se premiaba al que diera muerte a algún ejemplar. Comprendimos que no podríamos subir uno detrás de otro pues los desprendimientos que provocáramos podrían herirnos, así que iniciamos el ascenso por tres distintos sitios.
Habíamos visto desde abajo lo que parecía una cueva donde muy bien podría estar lo que buscábamos y lo señalamos enseguida como nuestro castillo a conquistar. He vuelto ya dos o tres veces de bien adulto al lugar de los hechos y no puedo comprender cómo pudimos realizar esta hazaña propia de escaladores experimentados, cuando nosotros no éramos más que unos traviesos muchachos de apenas diez años de edad. Como habíamos previsto, la escalada estaba llena de dificultades, en algunos lugares en la más absoluta verticalidad, tal que, en algunos momentos, me pasó por la mente abandonar, cosa que debió ocurrírseles, también, a mis compañeros, pero ¿dónde estaba la valentía de que hacíamos gala?, así que seguimos adelante y después de más de una hora transcurrida desde el comienzo de la escalada, y de haber puesto en peligro nuestras vidas, llegamos a la vista de la cueva donde, al asomarnos, vimos que, efectivamente, allí, en el fondo, había una gran camada compuesta de toda clase de desperdicios arbóreos en la que retozaban tres enormes polluelos de buitre leonado que al vernos se revolucionaron, de tal modo, que parecían dispuestos a vender caras sus vidas.
Durante la escalada habíamos visto pasar y repasar en vuelo rasante a los buitres que, como comprendimos después, eran sus padres que pretendían proteger a sus crías contra los intrusos, que éramos nosotros, y hasta llegaron a realizar amagos de ataque en picado, con lo que comprometía nuestra empresa más de lo que ya lo estaba. Los polluelos ya no eran tales sino que revestidos con todos sus atributos de adultos parecían dispuestos a emprender su primer vuelo. Como nuestra presencia no desaparecía sino que se hacía, para los polluelos, más y más evidente, el estruendo de sus lamentos y aleteos se hacía ensordecedor; si a esto añadimos los desgarradores graznidos de sus padres desde fuera y nuestros esfuerzos por apodarnos de uno de ellos, tendremos el cuadro del momento culminante de nuestra aventura. Para justificar la crueldad de la escena que sigue, tengo que decir que a mis diez años no tenía muy bien aprendida la asignatura del cariño a los animales y el debido respeto a las criaturas de Dios, y lo mismo debía pasarles a mis compañeros de aventura.
Nos habíamos provisto de sendos palos y mientras uno defendía la entrada del ataque de los padres, los otros dos atacamos al que, de los tres, nos pareció más débil, y conseguimos abatirle. No seríamos creídos por nadie en el pueblo, y mucho menos por los otros chicos de la escuela, si no presentábamos pruebas de nuestra hazaña, así que se imponía cargar, como fuera, con nuestro trofeo y emprender el arriesgado descenso. Las penalidades que sufrimos en la escalada se veían ahora aumentadas con la dificultad del volumen y peso del pajarraco; (resultó pesar cinco kilos y medio y medir metro y medio de envergadura); pese a todo, conseguimos coronar la hazaña con algunos rasguños y magulladuras, amén de algún que otro picotazo de los animalitos en su justa y propia defensa. Durante todo el tiempo que duró la escalada y el descenso estuvieron revoloteando y planeando en nuestro derredor los buitres padres en actitud amenazadora, indignados por lo que pretendíamos hacer y admirados por el esfuerzo que estábamos llevando a cabo para realizarlo.
Una vez en tierra firme conseguimos atar a un palo los extremos de las alas del ave y así se ponía de manifiesto su gran magnitud. Emprendimos la marcha triunfal hacia el pueblo, convencidos de que seríamos recibidos en loor de multitudes y premiados cual se merecía nuestra gesta. Abría la marcha David y le seguíamos Nemesio y yo, cargados los dos extremos del palo en el hombro de cada uno de nosotros. Las pruebas que pretendíamos presentar de nuestra hazaña, no resultaron tales, pues enseguida se nos acusó de mentirosos: el buitre lo habríamos encontrado muerto en algún paraje de “Los hocinos”. En casa fuimos castigados severamente por tan prolongada ausencia.
Don Hipólito nos pidió explicaciones y tampoco se creyó nada de nuestras pretendidas habilidades. Posteriormente se siguieron otras consecuencias aún más graves..
Nuestros compañeros de la escuela se reían de nosotros pero por si había sido cierto, los hermanos Peña, Eugenio y Restituto, hijos del Sr. Gonzalo, un transportista del “Barrio Pequeño”, a hurtadillas y con el mayor sigilo nos pidieron más explicaciones y, en la primera ocasión, intentaron la escalada. Eugenio, el mayor, se cayó desde considerable altura y quedó tendido en el suelo gravemente herido; su hermano Restituto se había quedado en tierra y, angustiado daba voces de auxilio con toda la fuerza de sus pulmones, pero nadie oía sus desgarradores lamentos..
Dejando a su hermano tendido inconsciente en el suelo emprendió veloz carrera hasta la fábrica y no tardó en encontrar al cartero que, en aquel momento, llegaba a la puerta de su casa, que era la primera del barrio de “La Fábrica”. Se pusieron en movimiento todos los vecinos y mientras unos iban en busca de su padre, los demás siguieron al chico a toda prisa y encontraron al herido ya despierto de su letargo y quejándose lastimeramente.
Cargaron con él de la mejor manera que supieron y antes de llegar a la”Peña del Aire” toparon con su padre que ya venía con la camioneta. También el médico había sido avisado y les esperaba en “El Parador”. Diagnosticó que había más de una rotura ósea y que tenía que ser intervenido lo antes posible. Le hizo la primera cura y su padre le llevó a Burgos en la camioneta. Desde el accidente hasta que pudo ocupar un puesto en el quirófano habían pasado más de diez horas y entre eso y la rudimentaria posición en la que fue trasladado fueron causa de que los huesos lastimados no recuperaran su posición correcta y le quedó un brazo impedido para su uso normal.

Bloggero Invitado: Avi.

miércoles, 7 de enero de 2009

El derecho al pataleo.


Creo que muchas mujeres, por no decir todas, estarán de acuerdo conmigo, en lo irracional que se vuelven la mayoría de los hombres cuando están al volante.
Ahh, y antes de que se me olvide.....hasta cuándo tendremos que aguantar que nos acusen de todos los males de la circulación? Si hay un atasco, la culpa debe ser de una mujer!, si un coche va lento en la vía: seguramente es una mujer!, si hay atasco en el parking: debe estar aparcando una mujer!, y desde luego cualquier cosa mala que ocurra, llevará aparejada el estigma de que sea lo que sea,... un desprendimiento, una granizada, una riada, o la caída de un meteorito,..siempre y cuando entorpezca la circulación, ha de ser y será...... por causa de una mujer...
Por otro lado, cuando los hombres "se juegan lo que sea" a que detrás de una maniobra "tonta" está una mujer.... acto seguido.. pasarán lentamente al lado del coche protagonista, para comprobar que efectivamente ha sido una mujer... y no solo eso, también para clavarle una mirada , no podrá faltar quien incluso baje la velocidad en extremo, para insultarle, gritarle, o cuando menos recriminarle algo que en la mayoría de los casos, no sabemos qué hemos hecho mal.....?
Así de triste es la realidad de todas las mujeres que nos enfrentamos a la tarea de circular en lo que parece una selva para hombres.
Ahora bien,.... los hombres que se creen con el absoluto derecho al pataleo, cuando ocurre algo en la vía, obran exactamente del mismo modo. Me explico..... desde hace años he observado la siguiente conducta, .... pongamonos en situación: yo, mujer voy de aocmpañante en el coche, que conduce un hombre, y otro coche al lado nuestro hace una maniobra de dudosa legalidad, (y a veces no tanto), acto seguido, el conductor a quien acompañamos se pone de todos los colores, y se enfada a tal extremo, que aumenta la velocidad, para ponerse al mismo nivel que el "graciosillo" que ha hecho la maniobra,..... cuando llega a su nivel, (además de verificar que ha sido una mujer, como acaba de apostar), se mantiene a la misma velocidad y dirige su mirada hacia.... el conductor del otro coche.......SÍIII, no mantiene los ojos en la carretera, como sería lo prudente, y seguro,..NOOO, ....insiste con la mirada hacia el otro conductor para clavarle esa daga de la que hablé antes... pero allí no termina la cosa,.... le insulta, le grita, le recuerda a toda su familia..... y todo esto....CON LOS CRISTALES DE LAS VENTANAS ARRIBA,.....!!!... en definitiva.. que a quien le han roto los tímpanos.... y la que se ha "comido" toda la bronca, es la acompañante.... además de llevar los ojos desorbitados porque vé que el coche sigue circulando por la inercia.. porque desde hace varios minutos, nuestro compañero solo lleva las manos al volante..... y los ojos clavados en el coche vecino......
Alguien me puede explicar, cuál es el sentido de semejante conducta?.....Os diré que me he encontrado en esta situación una infinidad de veces, y francamente no termino de explicarme esta conducta,....a ver....para que gritarle al conductor del otro coche, cuando en la mayoría d elos casos, ni siquiera se dá cuenta de lo que pasa.....?..... para que poner de los nervios a la persona que va al lado, que vé que el coche "va solo" en la vía?.... porque tenemos que aguantar no solo los nervios de la maniobra del vecino... sino también la bronca de nuestro compañero para el vecino....(que nunca escucha porque los cristales están arriba).
Hace unas semanas cambié de trinchera.... sin quererlo obviamente..... Os cuento, iba por la autovía, con un atasco monumental,... iba en el carril central.... nos movíamos todos lentamente....me interesaba permancer en ese carril, porque los 4 carriles se dividirían más adelante en dos vías, y prefería estar a la derecha de mi vía,.... al cabo de un rato, noto que un coche se me pega por el lado derecho y me pareció que tenía intención de meterse en mi carril, pero por el "punto muerto" que hay en el parabrisas no había visto luces intermitentes.... así que decidí más bien acelerar para dejarle un hueco detrás de mi coche para que se metiera, ya que frenar en esa situación para que pasase delante mío no me pareció seguro, por el que tenía detrás.. y porque estaba tan atascado todo, que me pareció tonta su maniobra, ya que no iba a ir más allá de donde estabamos,... en fín, que así hice, y el coche se pasó detrás mío,.... pero inmediatamente se pasó para el carril izquierdo ( el rápido, pero que iba lento)... y qué creeis?... era un chico el que conducía, e iba acompañado de una chica,.....el chico adelantó su coche hasta ponerlo a la altura del mío (yo con el rabillo del ojo iba viendole, sin voltear mi cara), primero por seguridad, debía ver mi carril, y segundo, porque ya me imaginaba sus intenciones..... y efectivamente, el chico con los cristales arriba, iba sacando su cabeza y mirandome fijamente, pero yo en ningún momento me dí por aludida, (su compañera se reclinaba en su asiento hacia atrás, todo lo que podía, hasta que........... sí, adivináis, Mr. Pataleo... chocó el coche que iba delante suyo.... así que allí terminó todo,... y sus prisas..... se convirtió en el protagonista de la noche, produciendo un atasco mayor, solo por quere pegarle la bronca a una mujer que conducía.....a todo esto... aún no sé que fue lo hice mal????............


Bloggera Invitada: Grethel

martes, 6 de enero de 2009

SIEMPRE PREFERIMOS EL PLATO QUE LE SIRVEN AL DE AL LADO


Es curioso, pero ésta es una máxima que siempre o casi siempre se cumple: no sé en realidad por qué, quizás sea porque si no dudásemos, no avanzaríamos, pero la realidad es que prácticamente siempre, y curiosamente, después de haber pedido un plato en un restaurante acabamos prefiriendo el que le han servido al comensal de al lado, a tal punto que algunos, incluso, llegan a pedir que se lo cambien por aquél..

No pretendo ser especialmente extenso en esta entrada, pues ya está dicho lo principal al respecto, pero, ¿cuál pensáis vosotros que puede ser el motivo último, en realidad, de que casi siempre se acabe pensando que habría sido mejor pedir el plato del vecino que el que ha pedido uno mismo..? ¿el egoísmo humano..? ¿la propia inseguridad..? ¿el pensar que los demás saben pedir mejor que nosotros..? ¿el gusto por lo “ajeno”..?

Lo único cierto y claro aquí es que, por algún motivo desconocido, siempre acabamos sintiéndonos más atraídos por el plato del vecino que por el nuestro.. Eso sí, al menos, mientras sólo se trate del plato, el hecho no es grave y tiene fácil solución (cambiarlo o pedir el otro la próxima vez que se acuda a dicho restaurante), el problema viene cuando “es otra cosa del vecino” la que te gusta más que “la tuya”.. 

Bloggero Invitado: Ignacio.

EN LA PISCINA


En este caso me voy a referir a la conducta, de nuevo ilógica, que suelen seguir las personas en la piscina del Gimnasio a la hora de nadar, por ejemplo, en un carril en el que hay 3 personas, 2 de las cuales son claramente más lentas que la 3ª.

El caso es el siguiente (lo cuento en 1ª persona porque, no siendo yo, en absoluto, el hombre más rápido del mundo nadando, sí suelo ser de los más rápidos a nivel “amateur” o, por lo menos, de entre los que entrenan a 1ª hora de la mañana en la piscina de mi gimnasio..): en el momento en el que entro en la piscina y veo que hay 2 personas en cada carril, ya sé que, si quiero nadar, deberé compartir carril con otras dos personas más, es lo que hay.. Dicha circunstancia no sería realmente determinante si no fuese, como digo, por la “mala conducta” o “falta de educación” que tiene mucha gente (la mayoría, diría yo incluso), a la hora de compartir carril con otras 2 personas.

Así las cosas, yo, que suelo nadar claramente más rápido que las otras 2 personas del carril, me encuentro, constantemente, en la siguiente tesitura: cuando estoy llegando a uno de los bordes (u “orillas”, como les suelen llamar) de la piscina, constantemente, una de las otras dos personas llega “a la par” que yo a dicha orilla, si bien unas décimas de segundo antes (y no porque sea más rápida que yo sino, simplemente, porque en el mismo tiempo he nadado más piscinas que ella y, en ese momento, estoy volviendo a llegar a su altura..); pues bien, en esos casos, dicha persona, en lugar de esperar unas décimas de segundo a que yo salga delante de ella (recordad que en las piscinas se nada siempre por la parte derecha del carril, tanto a la ida como a la vuelta y que, por tanto, hay que pasar de una parte del carril a la otra tras llegar a la orilla contraria), va y sale delante de mí (pareciera que sólo para fastidiar), y ya está el lío montado: si hubiese esperado a que saliera yo delante, no habría habido ningún inconveniente para nadie, pues yo nadaría a mi ritmo, ella al suyo y nadie molestaría a nadie..; pero en este caso, en cambio, lo que esa persona me acaba de hacer es lo que yo llamo el clásico “bocadillo”, es decir, si salgo detrás suyo, en un segundo estoy encima de ella, y no puedo nadar a mi ritmo, tengo que ir al suyo, porque VIENE LA 3ª PERSONA EN SENTIDO CONTRARIO, DE FRENTE, y, por tanto, no puedo adelantar, so pena de chocarme con dicha 3ª persona; y si no salgo y espero a que la 2ª persona nade, al menos, una parte del largo, pierdo el ritmo igualmente ¿comprendéis la “putada” que me acaba de hacer..?

Por tanto, y por culpa de maniobra tan egoísta, me veo obligado, o bien a esperar, o bien a ir al ritmo de la persona que “tan amablemente” ha decidido salir delante de mí, pese a saber bien que mi ritmo es mucho más rápido que el suyo y que, por no esperar unas décimas de segundo a que salga yo delante, me acaba de “cortar” (tal como suena), todo mi entrenamiento, simplemente por mirar sólo por sí misma y no por todos a la vez (que no se trata tampoco de que mire por los demás y no por sí misma, tampoco estoy pidiendo eso), ¿qué os parece a vosotros..? ¿creéis que se puede consentir un comportamiento tan egoísta..?


domingo, 4 de enero de 2009

LETANÍA DE LOS SANTOS


El valle de Valdivielso (administrativamente Merindad de Valdivielso) se compone de 14 encantadores pueblecitos que se pueden divisar de una sola “tacada” desde lo alto del puerto de la Mazorra. En todos, menos uno, ¿? destaca el campanario de sus humildes parroquias. Estas suelen ser pobres aunque no de solemnidad. A veces comparten las imágenes de sus santos dos o más de esos pueblos por aquello de la economía y la penuria y otras expresiones de este tipo.
En este caso se encuentran Vandenoceda y El Almiñé distantes un par de kilómetros. Poseen entrambos una imagen de la virgen que hubo de comprarse a escote porque las arcas del uno ni del otro pueblo alcanzaba la cantidad estipendiada por el imaginero de El Espolón en la muy noble capital de la provincia.
En la parroquia de ambas susodichas humildes localidades ya tenían preparado el pedestal correspondiente que tenia que albergar la venerada imagen pero al no disponer de ningún “sabio Salomón” para la partición “in mácula” del “cuerpo del delito”, en votación sereta se acordó que sería de Valdenoceda un año y de El Almiñe el siguiente, estableciéndose una rotativa que perdura en la actualidad (principios de 2009 de nuestra era).
Y aquí entra “la letanía de los santos” Cada año, por La Purísima es traslada la imagen en procesión del uno al otro pueblo recitando, en cantinela, la interminable letanía de los santos que suelen ser todos los del Martirologio Romano y algunos mas que se agregan de reciente santificación. De esta manera: El sacerdote revestido adecuadamente para el caso entona la letanía diciendo, a grito pelado, Santa Micaela y responde el pueblo, cuyos habitantes están todos: Ora pro nobis. Santa Engracia: Ora pro nobis. Santa Susana: Ora pro nobis. Santa Gadea: Ora pro nobis. Santos mártires de Jerusalem: Orate pro nobis. One santes mártires de galilea: Orate pro nobis. San Alejandro: Ora pro nobis... La duración del traslado oscilaba entre la hora y media y las dos horas y al final quedaba instalada la imagen en la hornacina o el pedestal correspondiente dispersándose el pueblo fiel pacíficamente a sus casas. No queda dicho que la imagen, acomodada en la correspondiente parihuela, era trasportada a hombros por un escogido conjunto de fornidos muchachotes que no estaban excluidos de sumarse al coro del Ora pro nobis.

Bloggero Invitado: Avi

CONDUCCIÓN (1) –ABRIRSE HACIA EL LADO CONTRARIO PARA GIRAR


Ésta va a ser la primera entrada de una de tantas que tengo en mente escribir sobre el tema de la Conducción, que es un tema que “da mucho juego” para un Blog como éste..

En este caso, empezaré por una “sencilla”: ¿por qué mucha gente, cuando se va a meter a la derecha, se abre hacia la izquierda para hacer la maniobra, y viceversa (hacia la derecha cuando se van a meter a la izquierda)..?

Esto es algo que jamás he conseguido comprender: si uno va por un carril (recordemos que todos los carriles están convenientemente marcados en las calles de cualquier ciudad), y todos respetamos –ellos incluídos-, en todo momento, las dimensiones del carril, y no nos salimos nunca de ellos para nada (excepto para cambiar de carril, obviamente..), ¿qué les hace pensar a ellos que, al llegar a la confluencia en que ellos deciden girar a la derecha (o hacia la izquierda), pueden abrirse “impunemente” hacia el lado contrario y pasar a ocupar un trozo del carril adyacente –por supuesto, sin fijarse nunca si viene alguien por ese otro carril-, como si no pasara nada, simplemente porque consideran que eso facilita su maniobra..? Es decir, si el carril de su izquierda, por ejemplo, está totalmente ocupado por vehículos que pasan constantemente, ¿qué les hace pensar a ellos que, para girar a la derecha, pueden invadir parcialmente el carril de su izquierda sin problema alguno, sólo porque ya han avisado de que iban a girar hacia la derecha..???? Por el hecho de haber avisado de dicha maniobra, el vehículo que circula inmediatamente detrás de él y por su mismo carril, sí estará pendiente de ella y, probablemente, disminuirá su velocidad para facilitar dicha maniobra, pero, ¿qué le hace a él pensar que lo mismo harán los del carril de su izquierda..? ¿por qué razón tendrían éstos que pensar que se va a ir hacia su izquierda para girar a la derecha..?

Y dicho todo esto, sólo me resta comentar que, el hecho de abrirse a la izquierda para girar a la derecha (y viceversa), es de mal conductor en general (a menos que se trate de autobuses, autocares o grandes camiones que, por su gran envergadura, tendrían serias dificultades para realizar la maniobra de forma “totalmente limpia”, esto es, sin abrirse hacia el lado contrario..).

jueves, 1 de enero de 2009

LAS BODAS ANTES Y AHORA



Los tiempos han cambiado y siguen cambiando constantemente a una velocidad vertiginosa si lo medimos con los parámetros de la evolución terrestre. En el terreno de las relaciones entre humanos, hace menos de un siglo, entre los cristianos, los hombres y mujeres se casaban para toda la vida sea cual fuere el resultado de la nueva situación y. como no había más remedio, envejecían juntos hasta que la muerte los separara; esto ni era bueno ni era malo, simplemente era. Cuando un hombre y una mujer decidían que querían casarse, con el consentimiento paterno de ambos, se seguía el siguiente procedimiento: El domingo siguiente a aquel en que habían tomado esta determinación se entrevistaban en la sacristía con el párroco, acabada la misa, y mientras este se despojaba de las sagradas vestiduras, le exponían sus pretensiones y después de demostrar que eran católicos practicantes, se concertaba la fecha de la boda que tenía que ser un domingo con asistencia de todos los feligreses presentes en la misa mayor, pero antes se tenía que poner en conocimiento de todos los vecinos, desde el púlpito, con la lectura de la proclama matrimonial durante tres domingos consecutivos, de esta manera: “Quieren contraer matrimonio según lo manda la Santa Madre Iglesia y el Concilio de Trento lo dispone; de una parte don…hijo de…y de…natural de…y vecino de…y de otra doña…hija de…y de…natural de…y vecina de…Si alguno supiese algún impedimento de consanguinidad, afinidad o principal parentesco está obligado a denunciarlo siendo esta la primera, segunda o tercera amonestación”. Como el matrimonio es un sacramento, ambos futuros contrayentes debían (y deben) confesarse previamente. Yo he presenciado todo este ceremonial muchas veces, desde mi puesto privilegiado de monaguillo. Hoy las cosas son muy diferentes y están simplificadas al máximo.

Bloggero Invitado: Avi

LA TAQUILLA EN EL VESTUARIO


Una de las conductas “ilógicas” de la gente que más me han llamado la atención toda la vida, es la siguiente: ¿por qué cuando estás cambiándote en el vestuario de un gimnasio, y están prácticamente todas las taquillas libres, la persona que entra a cambiarse detrás de ti se sitúa justamente en la taquilla CONTIGUA a la tuya..? Esto es algo que no he llegado a comprender jamás, ya que, a partir de ahí, todo son problemas para cambiaros los dos, no hay espacio para ninguno, es un lío para poder ir dejando la ropa en el banco (hay que ir metiéndola toda en la taquilla a medida que te la vas quitando, porque no hay espacio afuera) y, mientras tanto, observar con incredulidad cómo todo el resto del vestuario (y, por tanto, del propio banco en el que tú te estás cambiando, así como en todos los demás) está vacío, sin nadie, totalmente libre y desocupado.. ¿Vds. lo entienden..? La verdad es que yo no.. incluso he llegado a pensar si es que esa gente pensará que “la que está junto a la tuya será que es “mejor” que las demás, ya que tú, la única persona presente en ese momento en el vestuario, la has escogido y, quizás las demás no son tan buenas..”, no sé, es lo único que se me ocurre..

Y lo mismo vale para el mismo fenómeno pero con la diferencia de que, aunque tú no estés cambiándote en ese momento, sí es igualmente cierto que la tuya es la única (o casi la única) taquilla ocupada del vestuario –lo cual se ve, obviamente, porque es la única que tiene el candado puesto- y, sin embargo, el “recién llegado” decide también “acomodarse” en la taquilla contigua a la tuya: resultado: el mismo que antes, con la diferencia de que, al principio, él se cambia solo pero, Ley de Murphy, seguro que al final del ejercicio los dos vais a coincidir de nuevo en el vestuario, con los consiguientes mismos problemas expuestos anteriormente.. en fin, cosas de la gente..
 


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