jueves, 1 de enero de 2009

LAS BODAS ANTES Y AHORA



Los tiempos han cambiado y siguen cambiando constantemente a una velocidad vertiginosa si lo medimos con los parámetros de la evolución terrestre. En el terreno de las relaciones entre humanos, hace menos de un siglo, entre los cristianos, los hombres y mujeres se casaban para toda la vida sea cual fuere el resultado de la nueva situación y. como no había más remedio, envejecían juntos hasta que la muerte los separara; esto ni era bueno ni era malo, simplemente era. Cuando un hombre y una mujer decidían que querían casarse, con el consentimiento paterno de ambos, se seguía el siguiente procedimiento: El domingo siguiente a aquel en que habían tomado esta determinación se entrevistaban en la sacristía con el párroco, acabada la misa, y mientras este se despojaba de las sagradas vestiduras, le exponían sus pretensiones y después de demostrar que eran católicos practicantes, se concertaba la fecha de la boda que tenía que ser un domingo con asistencia de todos los feligreses presentes en la misa mayor, pero antes se tenía que poner en conocimiento de todos los vecinos, desde el púlpito, con la lectura de la proclama matrimonial durante tres domingos consecutivos, de esta manera: “Quieren contraer matrimonio según lo manda la Santa Madre Iglesia y el Concilio de Trento lo dispone; de una parte don…hijo de…y de…natural de…y vecino de…y de otra doña…hija de…y de…natural de…y vecina de…Si alguno supiese algún impedimento de consanguinidad, afinidad o principal parentesco está obligado a denunciarlo siendo esta la primera, segunda o tercera amonestación”. Como el matrimonio es un sacramento, ambos futuros contrayentes debían (y deben) confesarse previamente. Yo he presenciado todo este ceremonial muchas veces, desde mi puesto privilegiado de monaguillo. Hoy las cosas son muy diferentes y están simplificadas al máximo.

Bloggero Invitado: Avi

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